Artículo
Publicado en el nº 67-68 (julio-agosto 2002) de la "Revista Libros".
LA HISTORIA
DE LA CONTABILIDAD
por
Esteban HERNÁNDEZ ESTEVE *
El mes de julio del pasado año
se celebró en Madrid el 8th World Congress of Accounting Historians,
al que asistieron unos 200 especialistas de historia de la contabilidad pertenecientes
a países de los cinco continentes. En este Congreso se batió el record de comunicaciones
presentadas, cuyo número casi duplicó el de las leídas en el Congreso anterior,
celebrado en Kingston, Canadá, el año 1996. El éxito del Congreso de Madrid
se enmarca dentro del extraordinario auge que durante los últimos quince o veinte
años está experimentando el interés por la historia de la contabilidad en todo
el mundo. Ante este hecho, cabe preguntarse: ¿A qué obedece este repentino interés
por una disciplina aparentemente tan concreta, tan específica y tan limitada
como es la historia de contabilidad? ¿Cómo se explica? ¿ A quién puede interesar
la historia de la contabilidad? ¿En qué consiste? ¿Cuál es su campo de investigación?
¿Ha experimentado alguna evolución? ¿Cuáles son sus perspectivas? . . . Dedicaremos
las siguientes páginas a contestar estas y otras preguntas que surjan por el
camino.
Objeto y alcance de la contabilidad
y de su historia
La contabilidad es una actividad tan antigua como la propia Humanidad. En efecto,
desde que el hombre es hombre, y aun mucho antes de conocer la escritura, ha
necesitado llevar cuentas, guardar memoria y dejar constancia de datos relativos
a su vida económica y a su patrimonio: bienes que recolectaba, cazaba, elaboraba,
consumía y poseía; bienes que almacenaba; bienes que prestaba o enajenaba; bienes
que daba en administración; etc.
En este sentido, recientes investigaciones como
las de
Denise Schmandt-Besserat y, sobre todo, las de Hans Nissen, Peter Damerow
y Robert Englund (1990), arqueólogos e historiadores de la antigua Mesopotamia,
permiten afirmar, que
los primeros documentos escritos que se conocen, constituidos por millares de
tablillas de arcilla con inscripciones en caracteres protocuneiformes, elaboradas
hace más de 5.000 años, contienen tan sólo números y cuentas, sin textos ni
palabras. Este hecho hace concluir a los citados investigadores
que la escritura debió de surgir, hacia el año 3300 a.J., para satisfacer la
necesidad que sentían los antiguos habitantes de Mesopotamia de registrar y
dejar constancia de sus cuentas. No fue, pues, el deseo de legar a la posterioridad
el recuerdo de hazañas guerreras, relatos de héroes o dioses, o de plasmar normas
jurídicas para su permanente constancia y cumplimiento, lo que motivó el nacimiento
de la escritura, como se creía hasta ahora, sino simple y llanamente la necesidad
de recoger y conservar las cuentas originadas como consecuencia de procesos
productivos y administrativos.
Desde esos primeros tiempos, las actividades de registro contable se han venido
sucediendo ininterrumpidamente, aunque sólo a partir de los siglos XIV y XV
se conservan testimonios escritos con un carácter regular y relativamente abundante.
Los datos contenidos en la documentación contable, aun la más antigua y fragmentaria,
son cuantitativos y exactos, y no digamos ya en el caso de las contabilidades
modernas llevadas por partida doble, en las que los datos se presentan formando
un todo coherente, completo e íntimamente interrelacionado. Por ello, su estudio
e interpretación permiten arrojar una luz muchas veces enteramente nueva e insospechada
sobre hechos histórico que, a falta de ellos, habían sido explicados de manera
errónea o insuficiente.
No hace falta ir muy lejos para encontrar
ejemplos de esta nueva luz proporcionada por el análisis histórico-contable.
Al afrontar el estudio del Imperio español de los siglos XVI y XVII la historiografía
mundial ha tendido a centrarse en aspectos relacionados con el poderío militar
y político que a España le proporcionó la inmensa riqueza en metales preciosos
procedentes de las Indias. Pero la moderna investigación del aparato contable
y organizativo de la Real Hacienda castellana ha descubierto y llamado la atención
sobre el relevante papel jugado en todo este contexto por la formidable organización
administrativa del Imperio, creada totalmente ex novo, sin precedentes
de ninguna clase, y que luego sirvió de modelo a todos los sistemas de dominio
colonial que siguieron al español. De este modo, la investigación histórico-contable
ha colocado en el primer plano de la investigación histórica a la organización
de la Administración castellana de esa época, revelándola como uno de los factores
más significativos para conocer con profundidad y explicar la evolución y vicisitudes
del Imperio.
De igual modo, la investigación histórico-contable ha mostrado el conocimiento
e interés de los poderes públicos españoles de esa época por las prácticas
contables de los mercaderes, hasta el punto de dictar con una antelación de
más de doscientos años sobre sus más inmediatos seguidores la primera legislación
en el mundo imponiendo a los comerciantes la obligación de llevar libros de
cuentas y de hacerlo precisamente por el método de partida doble (pragmáticas
de Cigales de 1549 y de Madrid de 1552). Con esta legislación, que fija un hito
y supone uno de los grandes momentos estelares de la historia de la contabilidad
española en el contexto mundial, se pretendía impedir o, al menos, aminorar
la salida fraudulenta de metales preciosos más alla de nuestras fronteras, habida
cuenta del rastro indeleble que la contabilidad por partida doble dejaba de
todas las operaciones.
El estudio de la historia de la contabilidad proporciona, asimismo, una visión
desconocida e inesperada del rey Felipe II, que, con la imagen hierática y distante
que la historia le ha asignado tradicionalmente, era capaz, sin embargo, de
estar perfectamente al corriente de las prácticas mercantiles de su tiempo y
de interesarse profundamente por ellas. A él se debe la incorporación a la Administración
pública de relevantes hombres de negocios para aprovechar sus conocimientos,
así como la introducción en 1592, tras un intento fallido en 1580, de la contabilidad
por partida doble para llevar las cuentas centrales de su Real Hacienda, como
primer gran país en el mundo, en lo que constituye otro de los momentos estelares
de la historia de la contabilidad en España. Estos hechos dan idea del grado
de interés y atención con que en la Corte española se seguían las novedades
en el mundo mercantil y financiero.
La decadencia generalizada del comercio ultramarino de Cádiz en las primeras
décadas del siglo XIX tras la pérdida de las colonias americanas, ocasionando
el rápido declive de la ciudad que perdió su status de gran metrópoli
próspera y opulenta, ha constituido desde siempre uno de los tópicos de nuestra
historia económica contemporánea. Sin embargo, el reciente estudio de la documentación
contable de una empresa comercial gaditana establecida en el año 1730 y que
se ha mantenido viva hasta nuestros días ha puesto de manifiesto que sus años
de mayor prosperidad y actividad con Hispanoamérica fueron precisamente los
de la segunda mitad del siglo XIX. No debió de ser, pues, tan fatal y absoluta
la decadencia mercantil de Cádiz como consecuencia de la emancipación colonial
americana. Este es otro ejemplo de cómo la investigación de las fuentes contables
ha venido a corregir y arrojar sombras sobre las percepciones históricas establecidas,
que habrá que revisar.
Citemos, para finalizar este breve repaso de ejemplos en los que la investigación
histórico-contable ha venido a completar o, incluso, a cambiar el signo de las
interpretaciones históricas recibidas, un caso en el que los estudios de historiadores
españoles de la contabilidad han contribuido a desacreditar una teoría ampliamente
extendida entre los historiadores de la empresa norteamericanos: la de que las
técnicas avanzadas de gestión empresarial, y entre ellas la contabilidad de
costes, habían surgido en el siglo XIX como consecuencia de la presión ejercida
por la libre competencia entre las grandes empresas. Los archivos contables
de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla han venido a demostrar cómo, en los
siglos XVII y XVIII, una gran empresa en régimen de monopolio estatal practicaba
ya un riguroso control de costes y unas desarrolladas técnicas de gestión.
Pues bien, ¿por qué si las ventajas de incorporar al análisis histórico-económico
el estudio e interpretación de la documentación contable parecen tan evidentes
y proporcionan resultados tan gratificantes, la historia de la contabilidad,
pese al auge experimentado en los últimos años, es relativamente tan poco conocida
y practicada todavía...? La respuesta debe buscarse, tal vez, en las dificultades
técnicas que la contabilidad ofrece al no iniciado, dificultades que se multiplican
cuando lo que hay que interpretar requiere el conocimiento de las técnicas vigentes
en determinados períodos del pasado. Esta dificultad ha dado lugar, precisamente,
a que algunos hayan dado a la historia de la contabilidad el apelativo de ingeniería
de la historia económica, por considerarla su parte más difícil, intrincada
y recóndita, como efectivamente así es. Tales dificultades técnicas son las
que han motivado que muchos historiadores económicos hayan soslayado y sigan
soslayando en sus investigaciones los aspectos histórico-contables para no introducirse
en un terreno resbaladizo que no conocen bien.
Evolución de la contabilidad hasta llegar a la partida doble
Las anotaciones contables se diferenciaron desde el principio al objeto de adaptarse
a dos finalidades fundamentales: primera, la de satisfacer la obligación de
agentes y factores de rendir cuentas a sus principales acerca de la gestión
de los bienes y haciendas confiados a su cuidado, y, segunda, la de seguir de
cerca la marcha global de los propios negocios o actividades. Aunque con numerosos
puntos de contacto y solapamiento, ambas finalidades dieron lugar a dos distintos
sistemas de registro contable, con características propias y específicas.
Común a las dos clases de registros fue, en un principio, el carácter bilateral
de las anotaciones, que consideraban simplemente la relación entre dos personas,
el dueño de los libros y un tercero. Pero mientras el primer sistema se mantuvo
en este planteamiento bilateral, el segundo fue evolucionando en busca de un
grado cada vez mayor de integración, de multilateralidad, hasta que las anotaciones
abarcaron todas las operaciones del dueño de los libros, ofreciendo una visión
completa e interrelacionada de sus negocios.
No se crea por ello, sin embargo, que el primer sistema no evolucionó. Lo hizo
y se fue perfeccionando, pero conservando siempre su carácter bilateral, que
le restaba utilidad para su empleo como método de registro, memoria y gestión
empresariales. Por ello, su utilización se desarrolló sobre todo al servicio
de las Administraciones públicas. En efecto, su planteamiento se ajustaba perfectamente
a la necesidad de controlar la actuación de los funcionarios y de las personas
a las que se encomendaba una misión que involucrase la recepción, entrega y
manejo de los dineros o bienes públicos. En los reinos de Castilla, estas prácticas
contables originaron, ya avanzada la Edad Media, el llamado sistema de Cargo
y Data, que se ha mantenido en la Administración de una forma u otra hasta
bien entrado el siglo XX.
Por lo que respecta a la segunda modalidad de registros contables, es decir,
los destinados a facilitar una visión de la marcha de los negocios y actividades,
mantuvieron en lo esencial un carácter bilateral posiblemente hasta los siglos
XI o XII. A partir de estas fechas se van introduciendo, poco a poco, elementos
integradores. La integración completa no se consigue, sin embargo, hasta finales
del siglo XIII o comienzos del XIV con el descubrimiento de la contabilidad
por partida doble. Este sistema contable -que es el que todavía hoy, en los
tiempos de la tecnología informática, se utiliza como método insustituible,
gozando de la misma lozanía que en sus mejores tiempos-, integra e interrelaciona
todos los elementos que constituyen el acervo patrimonial, Caja, Mercaderías,
Deudores, Acreedores, etc., registrando tanto los cambios de estructura del
patrimonio, es decir, aumentos, por ejemplo, de Mercaderías con una correlativa
disminución de la Caja debido a una compra en efectivo de aquéllas, como las
variaciones en el volumen total del patrimonio, representado por la cuenta de
Capital. Esta fue, precisamente, la gran innovación aportada por la partida
doble, pues las anteriores modalidades solamente registraban los cambios de
estructura del patrimonio. Desde nuestra óptica la cuestión puede parecernos
obvia y elemental, y tal vez lo sea, pero lo cierto es que la ultimación del
nuevo planteamiento requirió siglos de esfuerzos y tanteos, constituyendo una
auténtica revolución conceptual, un cambio de filosofía contable.
El carácter completo y omnicomprensivo de
la contabilidad por partida doble hizo que cobraran sentido medidas adicionales
para garantizar la fiabilidad de los libros. Así, se constituyó en norma consuetudinaria
y aun legal, en algunos casos, el hecho de que los libros Diario y Mayor, libros
típicos y principales de la partida doble, estuvieran encuadernados, no contuvieran
tachaduras, no se dejaran hojas ni espacios en blanco, etc., todo ello al objeto
de que no pudieran introducirse hojas nuevas ni sustituirse las originales,
ni tampoco pudieran anularse partidas anteriores o intercarlarse asientos nuevos.
Asimismo, se generalizó la práctica de autenticar los libros en los Consulados
u otras organizaciones de mercaderes. De este modo, los libros de cuentas cobraron
fuerza probatoria ante los tribunales de justicia.
Primeros tiempos de la historia de la contabilidad
La historia de la contabilidad comprende actualmente no sólo el estudio de la
evolución de las técnicas contables, sino también el de la organización y las
técnicas de gestión y control empresarial, que forman un todo con la organización
contable instrumentada, así como el de las operaciones reflejadas en los registros
de cuentas. Dentro de este ámbito, la historia de la contabilidad no descuida
lógicamente el estudio del pensamiento y la enseñanza contables, ni el de la
formación de la profesión contable y el establecimiento de grupos corporativos
profesionales, o el análisis de la legislación y disposiciones que regulan la
actividad contable. Más allá aun, el historiador moderno de la historia de la
contabilidad se preocupa por identificar e investigar las interacciones producidas
entre las estructuras del mundo contable y su entorno cultural, político y socioeconómico.
Pero no siempre se ha concebido la historia de la contabilidad con un contenido
tan amplio.
Aunque ya en los siglos XVI, XVII y XVIII
se encuentran obras que, al tratar de la contabilidad y la teneduría de libros,
contienen alguna referencia a aspectos concretos de la historia de las técnicas
contables o la mención de algún autor concreto, el estudio sistemático de la
historia de la contabilidad, propiamente dicho, comienza más tarde, a mediados
del siglo XIX. En sus primeros tiempos, hasta finales del primer tercio del
siglo XX, la historia de la contabilidad se concibe fundamentalmente como el
estudio de los autores y los tratados contables del pasado, aunque no faltan
algunos estudios aislados sobre libros de cuentas. El tema absolutamente prioritario
es el de la evolución de las técnicas contables y la identificación y señalamiento
de las novedades que se producen dentro de ellas. Son trabajos claramente realizados
por estudiosos de la contabilidad, interesados casi exclusivamente por la evolución
y progreso de su disciplina.
Los primeros años del segundo tercio del siglo XX abren una nueva etapa de la
investigación histórico-contable, en la que se va despertando paulatinamente
un interés cada vez más amplio y generalizado por el descubrimiento y estudio
de fuentes primarias, es decir, de los libros de cuentas de las respectivas
épocas (De Roover, 1937). Tal circunstancia propicia la ampliación del campo
de estudio de la historia de la contabilidad que, en contacto directo con los
libros de cuentas, no sólo se interesa ya por las prácticas y técnicas contables
pretéritas, sino también por su participación en las técnicas empresariales
de dirección, administración y control, de las que se las considera expresión
genuina, y finalmente por el estudio de las operaciones registradas en los libros,
junto con el del contexto en el cual las mismas tienen lugar. La historia de
la contabilidad comienza así a contextualizarse y a interesar a estudiosos ajenos
a la profesión contable. Es más, se empieza
a estudiar el papel de la contabilidad en la propia configuración del entorno.
En especial, se presta atención al papel de la partida doble, junto a otras
innovaciones propias de la época renacentista italiana, como factor interactivo
en las profundas transformaciones en el ámbito de la organización comercial
producidas en la Baja Edad Media. Dichas transformaciones constituyeron, por
su importancia, lo que se ha dado en llamar la Revolución comercial del siglo
XIII, que fue estudiada detalladamente por Raymond de Roover (1942, 1965). Esta
Revolución supuso una profunda renovación en los modos, usos, técnicas y formas
de entender y practicar los negocios, marcando un verdadero hito en la historia
económica, no sólo por el extraordinario auge que experimentaron las transacciones
mercantiles, sino sustancialmente y, sobre todo, por los profundos y revolucionarios
cambios experimentados, que llevaron consigo la transformación del pequeño capitalismo
doméstico en el incipiente capitalismo comercial de los grandes hombres de negocios
sedentarios, demasiado ocupados, sabios e importantes para viajar de feria en
feria ofreciendo sus mercancías.
Este proceso que, en gran parte, fue causa desencadenante de la decadencia de
las ferias de la Champaña, auténtico eje de la vida comercial de la época, trastocó
el equilibrio de poderes mercantiles en Europa, relegando a un segundo plano
a los comerciantes flamencos, para colocar en lugar preeminente a los hombres
de negocios italianos, verdaderos protagonistas de la Revolución comercial,
que armados de las nuevas técnicas de organización, gestión y control de los
negocios, que desarrollaron y dominaron antes que nadie, e imbuidos de la nueva
mentalidad, perfectamente conscientes de las inmensas posibilidades que su capacidad
y las nacientes circunstancias les abrían, no dudaron en romper con el antiguo
sistema, dejando de acudir a las ferias y estableciendo, en su lugar, filiales
permanentes en Flandes, Francia, España, Inglaterra, etc., con lo que se convirtieron
en monopolizadores directos del comercio exterior de media Europa. Hasta ese
momento el comercio de la Europa central y meridional con los países orientales
había pasado principalmente por las ferias de la Champaña. Allí llevaban a vender
los mercaderes italianos los productos adquiridos en Oriente, que eran comprados
por los comerciantes flamencos para su distribución en la Europa central y occidental.
A su vez, los flamencos vendían allí los productos adquiridos en los países
de esa zona, que en gran parte eran comprados por los mercaderes italianos para
su reventa en Oriente.
Ahora bien, el establecimiento, por parte de los mercaderes italianos, de filiales
en las principales plazas europeas occidentales, Brujas, París, Londres, etc.,
para vender directamente sus productos y dejar de acudir a las ferias, fue
propiciado, entre otras cosas, por el descubrimiento y utilización de la contabilidad
por partida doble, que proporcionó un marco sistemático para sintetizar y ganar
una visión general, completa y rápida de la situación y marcha de los negocios
a ellas encomendados. Ello permitió que la apertura y el mantenimiento de sucursales
permanentes en territorios alejados de la oficina principal, en una época de
comunicaciones muy imperfectas, no supusiera un riesgo excesivo, ya que sus
operaciones podían ser controladas a distancia.
Consolidación, auge y revolución epistemológica y metodológica
Las últimas dos décadas del siglo XX se han visto sacudidas por una conmoción
en el seno de la disciplina que nos ocupa que ha dividido en dos a los historiadores
de la contabilidad y ha tenido efectos estimulantes sobre el interés despertado
por el estudio de la disciplina. Me refiero a la aparición de la "nueva
historia de la contabilidad", que surge con fuerza y como un movimiento
confrontativo con la historia de la contabilidad tradicional, abriendo un agrio
debate epistemológico y metodológico sin precedentes.
La "nueva historia de la contabilidad" constituye un fruto más, tardío,
de los movimientos postmodernos de relativismo y contestación a los cánones
y planteamientos culturales heredados, movimientos que durante las últimas décadas
han invadido todos los ámbitos intelectuales y artísticos. Dentro de su medio
específico, la "nueva historia de la contabilidad" ha nacido del ayuntamiento
y maridaje de las nuevas ideas epistemológicas y metodológicas sobre la historia
en general con el nuevo paradigma crítico radical de investigación de la contabilidad,
de clara orientación marxista.
Como circunstancia curiosa, debe señalarse
que los fundadores de la nueva historia tienen a gala proclamar que su grupo
no está compuesto por historiadores, sino por sociólogos, politólogos, etnólogos,
ideólogos, etc., queriendo, posiblemente, hacer hincapié con ello en el carácter
multidisciplinar de sus investigaciones.
La "nueva historia de la contabilidad" no constituye, en realidad,
una escuela o un cuerpo unitario de doctrina, sino un conjunto variado de enfoques
y formas de entender la disciplina que, a menudo, muestran importantes diferencias
entre sí. Pero, en cualquier caso, lo cierto es que sus partidarios comparten
unas ideas y tendencias comunes que hacen que este conjunto de enfoques y planteamientos
se distinga de las formas tradicionales en que la historia de la contabilidad
se había venido entendiendo y practicando.
Los dos grandes rasgos distintivos de la "nueva historia de la contabilidad"
en relación con la "tradicional" son posiblemente los siguientes:
En primer lugar, la pérdida de la fe en la posibilidad de alcanzar la objetividad
en el estudio y descripción de los hechos históricos. En segundo lugar, el abandono
de la idea de que la contabilidad, lo mismo que las demás actividades humanas,
está sujeta a un proceso más o menos lineal de progreso continuado bajo el estímulo
de las necesidades de adaptación a los requerimientos del entorno. Los adeptos
de la "nueva historia de la contabilidad" niegan la existencia de
este proceso evolutivo hacia el progreso y por ello postulan que lo significativo,
lo que debe estudiarse, no son los cambios evolutivos, sino las situaciones
de ruptura, de interrupción, de retroceso. Por otra parte, no creen tan importante
la adaptación de la contabilidad a los requerimientos del mundo exterior, como
la forma en que la contabilidad ha contribuido y sigue contribuyendo a influenciar
su entorno y, por ende, la configuración y evolución de la sociedad.
En la adopción de estos planteamientos antievolutivos han tenido especial importancia
las ideas de Michel Foucault, que, de una manera u otra, han influido en casi
todos los adeptos a la "nueva historia de la contabilidad", ejerciendo
en algunos de ellos un influjo tan fuerte que los ha configurado como un grupo
específico dentro del conjunto. En el contexto que nos ocupa, las ideas de Foucault
que más han afectado a los nuevos historiadores de la contabilidad en general
han sido las relativas a las relaciones saber-poder y al papel de la disciplina
en la sociedad de nuestros días. En efecto, desde que la Humanidad hiciera estallar
a finales del siglo XVIII el corsé de los gobiernos autoritarios para hacer
valer los ideales de libertad, las capas dirigentes de la sociedad han tenido
que ir arbitrando nuevas formas indirectas de disciplinar y gobernar a sus miembros.
La contabilidad forma parte de este proceso, que Foucault ilustra a partir del
Panopticon de Jeremy Bentham, es decir, de esa prisión circular en la
que los guardianes pueden ver y vigilar a los presos sin ser vistos, de forma
que éstos se sientan constantemente vigilados. La contabilidad directiva o de
gestión ofrece a los foucaultianos un ejemplo patente de este proceso dentro
del contexto contable, pues dicho sistema permite observar el funcionamiento
de toda la organización y asegurar la vigilancia y el control del comportamiento
y rendimiento de sus trabajadores. Naturalmente, para los foucaultianos, la
contabilidad de gestión no ha sido desarrollada por motivos de racionalidad
puramente económica, sino más bien como consecuencia de esa búsqueda, nunca
explicitada por las capas dirigentes, de medios de disciplina, control y vigilancia
sociales.
Por otra parte, el derrumbamiento y rechazo de la llamada "ilusión de la
objetividad" -"that noble dream", como la califica burlonamente
Peter Novick- han hecho restar importancia a la investigación y exposición de
los hechos histórico-contables y han cambiado la actitud del nuevo historiador
hacia los mismos. No se trata ya de "dejar hablar a los hechos por sí mismos",
sino de formular interpretaciones apriorísticas que puedan ser verificadas por
los hechos. La reflexión teórica debe preceder, así, siempre a la búsqueda y
recopilación de los hechos. Esta posición es la que hace que los nuevos historiadores
de la contabilidad desprecien la investigación en archivos y la búsqueda de
fuentes primarias,que tachan de inútil y anticuaria, mero anhelo de acumular
erudición vacía y sin sentido, proclamando que la única actividad histórica
con verdadera significación es la interpretación de los hechos. Aunque, acto
seguido, ponen de manifiesto claramente sus verdaderos intereses, pues, en su
afán de socavar los cimientos culturales del mundo occidental al objeto de edificar
una sociedad más justa, más solidaria y más igualitaria, no se esfuerzan en
ocultar que la única interpretación de los hechos que les interesa es la que
parte de los planteamientos marxistas de explotación y lucha de clases.
Es difícil prever lo que traerá el futuro, pero las modas pasan y las pugnas
ceden. Sólo lo auténtico permanece. Esto es lo que ocurrirá, posiblemente, con
esta pugna en el seno de la historia de la contabilidad, cuando las ideas postmodernistas
hayan demostrado su inconsistencia y se haya comprendido que negar la posibilidad
de lograr una dosis suficiente de objetividad en la investigación histórica
supone la negación misma del conocimiento histórico. Del debate actual quedará
simplemente el impulso dado al estudio y a la divulgación de la historia de
la contabilidad.
Conclusión
De lo dicho en las páginas anteriores ha de retenerse la idea de que la historia
de la contabilidad es una parte fundamental de la historia económica y, más
aun, de la historia en general. Su campo de investigación no se limita, en modo
alguno, al estudio de la evolución de las técnicas contables, sino que penetra
en la misma entraña de los planteamientos de organización y dirección de las
instituciones, de la significación, uso y alcance de los instrumentos mercantiles,
del funcionamiento de los mercados, etc., proporcionando una visión desde dentro,
desnuda y objetiva. Por ello, difícilmente es posible una comprensión profunda
y completa de los fenómenos económicos y sociales si no se estudian desde una
óptica que incluya el enfoque histórico-contable. Solamente la dificultad de
los conocimientos técnicos requeridos para la práctica de la historia de la
contabilidad ha impedido hasta ahora que la misma se generalizase y se reconociera
su utilidad e importancia. El creciente interés que está despertando esta disciplina
en todo el mundo indica que se está empezando a tomar conciencia de sus posibilidades.
Ello permite presagiar que estamos asistiendo al nacimiento y consolidación
de una nueva disciplina dentro de la historia económica, la historia de la contabilidad,
una disciplina difícil y compleja, sin duda, pero que irá cobrando cada vez
mayor importancia, de forma que los historiadores económicos del futuro difícilmente
podrán prescindir de su concurso si quieren realizar su labor adecuadamente.
Referencias
-DE ROOVER, Raymond (1937): "Aux origines d'une technique intellectuelle:
La formation et l'expansion de la comptabilité à partie double", en Annales
d'Histoire Economique et Sociale, vol. IX.
-DE ROOVER, Raymond (1942): "The Commercial Revolution of the Thirteen
Century", en Bulletin of the Business Historical Society, núm. XVI.
-DE ROOVER, Raymond (1965): "The Organization of Trade", en The
Cambridge Economic History of Europe, vol. III.
-NISSEN, Hans J., Peter DAMEROW y Robert K. ENGLUND (1990): Frühe Schrift
und Techniken der Wirtschaftsverwaltung in alten Vorderen Orient: Informationsspeicherung
und -verarbeitung vor 5000 Jahren, Berlín: Verlag Franz Becker. Existe traducción
al inglés bajo el título: Archaic Bookkeeping. Writing and Techniques of
Economic Administration in the Ancient Near East, Chicago y Londres: The
University of Chicago Press, 1993.
Presidente
de la Comisión de Historia de la Contabilidad de AECA. En dos ocasiones, años
1984 y 1995, fue galardonado con el Hourglass Award que concede anualmente
The Academy of Accounting Historians estadounidense al mejor trabajo de investigación
sobre historia de la contabilidad publicado durante el año. Solamente otro investigador,
Basil S. Yamey, ha recibido esta distinción en dos oportunidades. Ha dedicado
más de setenta artículos y ponencias, así como media docena de libros, al estudio
de la historia de la contabilidad, entre los que pueden citarse: Contribución
al estudio de la historiografía contable en España, Banco de España, Servicio
de Estudios, Madrid, 1981; Establecimiento de la partida doble en las cuentas
centrales de la Real Hacienda de Castilla (1592), Banco de España, Servicio
de Estudios, Madrid, 1986; y Los libros de cuentas y la jurisdicción privativa
mercantil en España. El caso del Consulado de Comercio de Barcelona y su Instrucción
contable de 1766, Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, Barcelona,
2000.